Hace tiempo que me topé con esta viñeta de Mafalda (Quino), quizás tendría unos 15 años, y pensé: “pues tiene toda la razón”. No es de extrañar que un adolescente piense que sus problemas son el resultado de los que tiene a su alrededor. Fue una de esas noches en las que, al igual que Mafalda, me acosté pensado: “Realmente,… ha sido uno de esos días en que lo malo de uno son los demás”.

Tiempo después, me topé con el libro Gente Tóxica (Stamateas, 2008), que ayudaba a detectar a esas personas que hacen de nuestros días un malestar y desconcierto constante (por ser suave en los calificativos). Personas cercanas; nuestros padres, pareja, amigos, compañeros de trabajo… ah, me olvidaba de los vecinos… todos aquellos que presuponemos que nos van a facilitar las cosas y resulta que al final nos están arruinando la vida.

¿Y qué podemos hacer? Primero, identificarlos. Quizás también debamos reflexionar sobre si estamos siendo tóxicos para alguien. La identificación suele ser fácil: son aquellas personas, que al igual que a Mafalda, nos quitan el sueño. Aquellas con las que emprendimos una relación, un sueño, un compromiso común y se empeñan en hacernos la vida imposible.

Suelen ser manipuladores, y antes que nos demos cuenta, estamos en sus garras. La cuestión es cómo lograr no exponernos a sus radiaciones tóxicas, cómo evitar las consecuencias de su imperiosa necesidad de controlarnos y hacernos cada vez más pequeños. No es tarea fácil, pero sí posible, ya que la culpa es la que nos une a muchas de esas personas tóxicas.

Hay numerosas técnicas para romper las cadenas de la culpabilidad, y evitar esas relaciones que nos sumen en un estado de ansiedad constante, de incertidumbre, incluso de miedo. En palabras del propio autor del libro antes citado: “Cada vez que elijas quién te va a acompañar en un proyecto, piensa si esa persona sumará valor y te permitirá ser la mejor versión de ti mismo”.

Un consejo: échate a correr.

Tenesor Lorenzo
Col- P02024
REg.Sanitario 6199 (Servicio Canario de Salud)

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