En vez del “enfrentamiento pesimista” que a veces se adueña de nosotros ante las adversidades propias de la vida, podemos modificar nuestra manera de enfrentarnos al suceso de forma más constructiva. En ocasiones entiendo que sea más fácil acercarnos al desánimo, incluso al victimismo: “¿Por qué a mí?”. Cambiemos esa pregunta, por una reflexión sobre lo que nos perturba, sobre esos hechos que nos sumen en la mayor de la desesperanza, convirtiéndolo en un aprendizaje y en una piedra en el camino… y no en el camino en sí…