Hace años que vi por primera vez; Marnie, la ladrona, dirigida magistralmente por Alfred Hitchcock, y desde entonces pensé: “ya iba siendo hora de que alguien en el cine, retratase y hablase sobre las relaciones entre las vivencias pasadas y las frustraciones y problemas en el presente”. Para la época, la película, que se estrenó en EEUU en el año 1964, fue bastante transgresora (quizás por ello infravalorada). El título nos señala que Marnie es una ladrona, ¿pero no es acaso una víctima?.
Una vez más se pone de manifiesto las consecuencias que tiene para nuestra personalidad aquellos acontecimientos traumáticos y reprimidos de la infancia y/o adolescencia, ubicados en el inconsciente, y que afloran en la edad adulta para nuestro desconcierto.
Es por ello que en ocasiones no sabemos el por qué de lo que nos ocurre, y ni siquiera recordamos dichas experiencias traumáticas, pues las hemos “enterrado” por así decirlo, en nuestro inconsciente. Lo que sucede es que éste nos puede jugar malas pasadas, como podemos observar en el film, y acarrear consecuencias muy negativas, traducidas en inestabilidad y formas de actuar inapropiadas.
Pensemos en este caso, la relación de la protagonista con su madre, y como busca de mayor, en un caballo, el afecto que su madre de pequeña le negó. Nuestras carencias y represiones del pasado, nos acompañarán hasta la vida adulta, y cuando salen al exterior, el diálogo paciente-terapeuta es fundamental y pieza clave para interpretar aquella información que no recordábamos, sobre todo en base a un aprendizaje constructivo y que nos sirva para entender el por qué y el ahora de nuestro estado de ánimo.
Es obvio que nuestra personalidad es el fruto de la interacción de nuestras vivencias pasadas y actuales, y que las crisis de angustia, los ataques de pánico, las fobias, las obsesiones, la ansiedad, los temores… tienen su inicio en edades más tempranas aunque se materialicen en la adultez.
Invito a ver la película y a la reflexión. Quizás aprendamos a reconocer algo en nosotros que puede que tenga su origen en nuestra infancia y que en la actualidad nos genere malestar. Si te apetece, juntos podremos llegar a reconocerlo e interpretarlo.
Tenesor Lorenzo.
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